miércoles, 26 de noviembre de 2008

Burbujas

Hace algún tiempo ya, una tarde lluviosa como hoy, hubo una pelea entre dos hombres por un tema absurdo que tenia de trasfondo a una mujer. Uno de ellos durante la pelea saco una navaja y se la clavo al otro en el corazón, este callo al suelo y vio como su sangre corría calle abajo mezclándose con el agua de la lluvia, al tiempo que veía como se le escapaba la vida se fijo en el color rojizo que tenían ahora las burbujas que se formaban al caer las gotas de lluvia. El asesino que se dio cuenta de que su contrincante estaba herido de muerte, se rió altivo de el, demostrándole su superioridad, a la vez que le decía que su muerte será en vano y que nadie sabrá jamás quien lo asesino en aquella tarde, porque todo rastro se ira con el agua de lluvia y el saldría impune de aquella pelea.
El pobre hombre que estaba en su lecho de muerte, le aseguro que, quizá no ahora, pero que tarde o temprano las burbujas de la lluvia lo delatarían, y esas fueron sus últimas palabras.
El asesino se volvió a reír, y se marchó tras el último aliento del moribundo y se casó con la que era prometida de su contrincante en aquella pelea.
Paso el tiempo, y una tarde lluviosa, tras el reflejo de la ventana de su casa, se veía correr el agua y con ella las burbujitas muy parecidas a la de aquella tarde, porque la tierra de la calle donde vivian era de un color rojizo, así que cada vez que llovía, el veía pasar las burbujas rojas por la puerta de casa, y aunque no olvidaba lo sucedido, no sentía ningún remordimiento.
Esa tarde, mientras observaba la lluvia caer, dejo salir una sonrisa irónica y su mujer le pregunto que en que pensaba… y el sin pensar en las consecuencias le contó a su mujer lo sucedido años atrás.
La mujer, al saber que el hombre que amaba fue asesinado por aquel que se había convertido en su marido lo amenazó con descubrirle a la policía toda la verdad, y salio a la calle para pensar que debía hacer, pero el hombre pensando que en verdad iría a la policía salio tras ella, y se enzarzaron en una pelea que ella perdió, cuando llego la policía, la sangre de su mujer corría calle abajo, y las burbujas del agua eran ahora mucho mas rojas.
En ese momento fue el mismo quien contó a la policía todo lo sucedido… desde entonces cuando llueve, desde su celda solo oye el agua caer…

Esta historia me la contó mi abuela una tarde de invierno, lluviosa, como hoy, mientras tras la ventana, veíamos las burbujas de la lluvia correr calle abajo.

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